Entrevista

Introspección Mental, en conversación con Forest on Stasys

La música, más allá de estructuras sonoras dispuestas en una grilla, es un canal a través del cual nos exploramos a nosotros mismos. Guido, conocido como Forest on Stasys (y antes como Mental Resonance), es uno de esos artistas que conciben la música electrónica como un proceso profundamente personal e introspectivo. Co-fundador del sello “Danza Nativa” y creador de su propio label, “Aura Sonora“, ya con varios lanzamientos, Guido desarrolla un sonido cargado de componentes mentales y atmósferas hipnóticas. Su intención: provocar un diálogo interno y llevar a quien escucha hacia un estado de pensamiento profundo.

Conversamos con él para adentrarnos en su mundo: sus inicios, frustraciones, procesos creativos y un lúcido análisis de la escena actual que invita a la reflexión.

Desde niño, Guido estuvo expuesto a una diversidad musical que resultó decisiva para forjar su identidad. Su primer contacto con la electrónica llegó casi por azar, en un entorno familiar: las visitas a sus primos despertaron en él una fascinación que se intensificaría años más tarde al frecuentar clubes. Hace apenas quince años, estos espacios aún conservaban cierta mística: noches con pocos DJs, sonidos que escapaban a las rígidas etiquetas de género de hoy y, en muchos lugares, una figura aún enigmática, semioculta en la cabina: el DJ.

Ese semi anonimato —ya amenazado entonces por las primeras redes sociales— hacía que la música fuera el verdadero centro. “Esto me atrapó, porque realmente la obra te atravesaba de otra manera”, recuerda Guido. Con el tiempo, la curiosidad lo llevó más allá de la fascinación: quería entender cómo se creaba esa música que tanto lo movilizaba. Así inició un camino autodidacta, aprendiendo herramientas como Ableton y FL Studio no solo como medios técnicos, sino como vehículos de expresión emocional.

El acto de producir pasó a ser una necesidad interna, una forma de canalizar estados complejos y fugaces: “Cuando hago música necesito sentir que la idea es sólida, directa. Si algo no me convence, prefiero empezar de cero. La música debe reflejar algo auténtico, algo que realmente siento… No debería lanzarse por necesidad comercial, sino por necesidad de expresión.”

Gestionar un sello, sin embargo, dista de ser tan simple como puede parecer: “Hay plazos que respetar: masterización, artworks, planificación. A veces un sello tiene lanzamientos programados con meses de antelación. Entender esto me ayudó a adaptarme, aunque claro, hay quienes imponen una fecha y debes cumplir sí o sí.”

Esa defensa de la autenticidad —priorizando la expresión sobre la prisa comercial siempre que es posible— también se refleja en su reivindicación de lo imperfecto: “Hoy todo se delega a la tecnología, pero olvidamos que la imperfección también es valiosa. Esa suciedad, esa imperfección, es justamente lo que le da personalidad a una obra.”

Respecto a la escena actual, Guido no esconde su mirada crítica. La realidad es que muchos clubes, cada vez más monopolizados, priorizan números en redes sociales sobre la calidad musical, segmentando la escena con el término “corta-tickets”. “Si el número solamente da el visto bueno sobre un artista, entonces estamos jodidos”, dispara. “El snobismo siempre existió, pero para ciertos sectores internacionales es más fácil entrar que para otros. Y hay medios que, en vez de fomentar el trabajo de todos, se encargan de sectorizarlo.”

A esto se suma la falta de apoyo estatal y la precariedad del contexto económico: “Acá la escena está saturada y los recursos son limitados. En Europa ves fiestas al aire libre apoyadas por gobiernos o con inversión privada. Acá es difícil arriesgarse a propuestas que no sean un gol comercial. Muchos clubes cierran antes de los diez años. Y el público también se malacostumbró: grandes clubes ofrecen entradas gratis hasta cierta hora, y eso complica a quien organiza una fiesta para 200 personas con una propuesta distinta.”

No todo es pesimismo: “Siempre es bienvenido cuando alguien arma lugares nuevos o se anima a innovar, pero cuesta.” Y, pese al panorama, mantiene un hilo de esperanza: “Deseo que en algún momento la banalidad del personaje musical pierda relevancia. En las minorías a veces hay cosas más genuinas. Para quienes nos sentimos cómodos en espacios más chicos, quizás eso siga existiendo.”

Antes de despedirse, Guido deja una frase que parece funcionar como manifiesto: “Si no sos fiel a tu obra, es complicado que después lo que hagas sea genuino. Hay que seguir el impulso interno.” Una declaración que, más que cierre, es un llamado a construir más espacios reales en la escena

https://bandcamp.com/forestonstasys

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