Entrevista
“Cuando estoy triste, te voy a expresar mi tristeza en un proyecto, y lo vas a sentir. La música son momentos.” Con esta frase, Yibrán —también conocido como Barakat— nos introduce en su universo musical, marcado por la autenticidad emocional y una permanente resistencia a la superficialidad. Parte del dúo “Dying y Barakat”, junto a Rodrigo Agüero —otro artista que respeto profundamente en la escena techno argentina—, dialogamos con Yibrán sobre su trayectoria: desde un live de tres horas en Tresor a los 24 años (el más largo registrado hasta hoy), hasta su presente, atravesado por una búsqueda constante: darle alma a la música contando una historia.
Su trabajo más difundido en los últimos años es, probablemente, el EP The Storytellers (Mitsubasa, 2023), editado junto a Rodri. El título, explícito en su intención narrativa, esconde además una construcción inmersiva: pads envolventes, texturas densas y un pulso que crece como un relato bien construido. Pero para entender su relación con el storytelling, hay que retroceder. El viaje musical de Yibrán comenzó casi de forma accidental, en una fiesta organizada por Rod. Aquella noche, que él describe como “radicalmente transformadora”, encendió una pasión irrefrenable por la electrónica que lo llevó rápidamente de oyente curioso a creador obsesivo. “A mí me gusta la música en general. Un tema que me atrape, no me importa el género. Me atrapó y quiero tratar de hacerlo”, resume.
Su camino artístico incluyó períodos de retiro deliberado, que él considera esenciales para su desarrollo:
“Hubo tres años en los que no edité una canción, y en ese tiempo me dediqué a mejorar yo como artista, no como perfil musical.”
Ese período lo pasó en una casa rodante en un árido campo de Oregón, equipada solo con su equipo de producción. Había llegado allí después de años de inestabilidad económica en España. Fue una etapa de introspección y estudio, donde afinó tanto la técnica como la carga emocional de sus composiciones.
Para Yibrán, la música es un proceso humano y visceral que no puede subordinarse al mercado:
“Cuando uno está forzando las cosas, el resultado nunca va a ser bueno.”
Defiende tomarse el tiempo necesario y huir de la producción en serie: “Si termino un track, es porque está listo. Necesito sentir que está completo.”
En la charla también reflexionamos sobre la escena actual. Destaca con entusiasmo la mayor visibilidad de las mujeres en los line-ups:
“Banco mucho que sean main las mujeres, lo recontra respeto. Antes no pasaba. Sí tocaban muchas, pero la mayoría hacían warm up o estaban en horarios secundarios. Era muy machista, y ahora eso cambió.”
Sin embargo, su crítica es contundente:
“Lamentablemente los buenos productores no son validados como tal.”
Denuncia que, en Argentina, muchos talentos quedan relegados por no ajustarse a la estética digital dominante o por no sostener estrategias mediáticas agresivas. La saturación del rol del artista es otro de los temas que lo preocupan:
“No podés ser una cosa, tenés que ser varias. Es una lástima porque termina derivando en música genérica. Hoy siento que hay poca identidad; los pocos que la tienen son los que yo banco. Hay que tener actitud.”
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